sábado, 10 de agosto de 2013

La relación jurídica y sus elementos



En el día a día, participamos de innumerables relaciones con las personas y las cosas que nos rodean. Así, tenemos relaciones amicales con las personas cercanas a nosotros; relaciones amorosas con nuestras parejas y relaciones propietarias con nuestras cosas, entre otras. Sin embargo, cuando nos acercamos a comprar en una tienda también creamos una relación: la relación jurídica. En este caso, se está estableciendo un contrato de compra-venta con la despachadora de la tienda.
La relación jurídica se diferencia de las otras, porque esta se encuentra regularizada por el derecho. Es decir que esta relación tendrá efectos y consecuencias jurídicas, como en el caso de la compra-venta, una vez que se cancele el pago del bien solicitado la propiedad del mismo pasará de la despachadora al comprador. La relación jurídica cuenta con elementos indispensables que procederemos a mencionar y conceptualizar.

Elementos

a)      Vínculo jurídico: Un vínculo es la unión inmaterial que relaciona a dos o más personas. El vínculo jurídico también une a dos o más personas (sean naturales o jurídicas) y además crea efectos jurídicos entre ambos. Cuando dos sujetos jurídicos se relacionan inmediatamente ocupan posiciones contrapuestas en que ambas poseen diferentes derechos y deberes. Este vínculo es normalmente de doble reciprocidad, es decir los derechos y deberes se imponen en ambas partes de forma simultánea.

b)      Los sujetos: Son cada una de las partes que mantienen el vínculo jurídico. Aunque son necesario un mínimo de dos, su número puede ser mayor. Los sujetos jurídicos son todos aquellos entes a los cuales la norma jurídica le imputa derechos y deberes. Aunque Sessarego  fundamenta que solo la persona es sujeto de derecho: antes de nacer (concebido), en forma individual (la persona per se) o colectiva (personas jurídicas y agrupación de personas no inscritas). Sin embargo, aun cuando la opinión de Sessarego es muy plausible, hemos de recordar que para evitar los errores conceptuales la persona es considerada una “especie” dentro del género de “personas jurídicas” y no son tomados como términos sinónimos. Además, que la persona per se puede hacer goce de todos sus derechos civiles mientras que las otras tres personas jurídicas cuentan con esta capacidad de forma limitada.

c)      El objeto: Los objetos jurídicos son todas las realidades corpóreas o incorpóreas sobre las que recae el interés en una relación jurídica. Es decir, todo sobre lo que se exterioriza el poder del sujeto jurídico. Los objetos de derecho por excelencia son los bienes: todo aquel objeto que tiene una utilidad económica y  sobre el cual puede desenvolverse la apropiación humana. Por ejemplo, el aire, la luna o el sol no pueden ser objetos de derecho ya que sobre ellos no puede recaer la apropiación humana. Sin embargo no solo los bienes pueden ser objetos de derecho, sino que también las acciones y omisiones del ser humanos pueden entrar dentro de este rubro. Por ejemplo, cuando una persona se compromete a hacer algo, esta acción es objeto de una relación jurídica.

d)     El hecho jurídico: Este es un suceso que tiene relevancia en el derecho. Es, además, el factor desencadenante de la relación jurídica. El hecho jurídico (abarcando en este caso al acto jurídico y no tomándolo en su sentido estricto) no necesariamente implica la participación activa del ser humano.

e)      La norma: Es el agente creador de la relación jurídica. Sin una norma que regule una relación social esta no puede ser considerada jurídica.


Estos son los cinco elementos esenciales para la existencia de una relación jurídica y dado que nosotros nos vemos inmersos en ella varias veces al día es de vital importancia que conozcamos los alcances de la misma. 

martes, 6 de agosto de 2013

El sostén de la familia



El sonido de las suelas de los zapatos al golpear con el parqué – ¿marrón o crema?, ya no lo recordaba- lo despertó. Abrió lentamente los ojos solo para encontrarse con la indistinta oscuridad que lo rodeaba. Rápidamente estiró el cuello, los brazos y las manos lo más que pudo. Sintió en cada palma de la mano y planta del pie el frío de las hoscas paredes; no le importo y siguió estirándose un rato más. El pitido de la tetera cortó el matutino estiramiento y le informo que su bella esposa ya debería estar preparando el desayuno. Las paredes sin ventanas no fueron impedimento para que un dulce olor a miel reemplazara, por un momento, el enrarecido aire que lo envolvía. Imagino los suculentos manjares que las hábiles manos de su esposa prepararían en ese momento:  la figura circular y chata de los endebles “pancakes” los cuales, al contacto con la lengua y saliva del comensal, se licuaban formado una masa de delicioso sabor agridulce  brindado por aquella ambarina crema de receta casera con la que su esposa los acaramelaba. No importaba cuantos años pasarán ese sabor era inolvidable… Pero, pronto, el olor dulzón desapareció y la humedad y el moho empezaron a heder el ambiente. El traqueteo de la escalera le informó que sus dos hijos habían despertado y bajaban a toda velocidad hacia el comedor, donde su esposa ya debería haber distribuido los platos –ese juego de porcelana blanca o, quizá, celeste que les habían regalado en su boda-  en la mesa central. Un descolorido murmullo empezó a bajar, en lo que pudo suponer era una rutinaria conversación familiar. Pero, extrañamente, la intensidad de los murmullos fue aumentando hasta convertirse en un griterío infernal del cual solo pudo rescatar algunas palabras, tales como “falta”, “padre”, “soledad”. Un portazo significó el fin del griterío y el silencio prontamente se hizo dueño de la casa. La casa quedó muda hasta que el sonido de dos pies que se arrastraban a pocos metros de su cabeza rompió con este. Alargando el cuello, en un intento estéril de escuchar con más claridad, pudo percibir un débil gimoteo femenino que solo fue predecesor de un doliente llanto lleno de desconsuelos y lamentos; y entre los quejidos distinguías las mismas palabras de antes más la de “esposo”. Por primera vez sintió la necesidad de separarse de aquella granítica columna que soportaba con el peso de su espalda: intentó moverse pero todo el edificio tembló. Asustado se detuvo y, lleno de impotencia, lloró mientras condenaba el no ser algo más que la base del hogar, algo más que el sostén de la familia.