miércoles, 24 de julio de 2013

Invitaciones literarias: No me esperen en Abril - Alfredo Bryce Echenique

Tiempo de lectura: dos semanas                         Nota escrita tres días después de terminar el libro

Una peculiaridad que siempre me ha ocurrido cuando me ha tocado leer a Bryce (excepto en Un mundo para Julius que es una obra maestra de cabo a rabo) es el superar las primeras páginas. Leer el estilo que impone el limeño en sus novelas puede ser chocante: encontrarse con oraciones larguísimas con un lenguaje muchas veces extremadamente coloquial y que parecen no estar diciendo nada puede sorprender al novel lector. Sin embargo, una vez que se supera esta pequeña valla y uno va comprendiendo la profundidad de las anécdotas narradas es imposible dejar la lectura sin sentir un pesar por ello. Se vuelve vital saber lo que va a suceder con la supervivencia de Martín Romaña en Europa, como va a terminar la fortuna de los De Ontañeda y Tristán y, en este caso, lo que sucederá con el amor entre Manongo Sterne y Tere Mancini.
No me esperes en abril es la historia de la vida de Manongo Sterne de Tovar y de Teresa, un personaje que se nos presenta en su niñez y al que acompañamos durante los cambios no solo de su vida y de sus relaciones personales, sino que también, a través de él, podemos ver los cambios que sufre la sociedad aristócrata limeña. La Lima en la que Manongo se desenvuelve de niño es muy diferente a la Lima de la cual el huye en su adultez. Ya no hay más Country club en el cual reunirse con los amigos del barrio Marconi ni en el cual ir conociendo las fauces de su único amor, Tere Mancini. Ya no puede acercarse a unos niños que juegan cerca de una acequia y regalarles un juego de yas ni tampoco puede encontrar a dos cuadras de su casa (San Isidro) el corralón donde vive su mejor amigo de la infancia, Adán Quispe. Ya no hay nada más de eso en la Lima a la cual llegaba ocasionalmente y siempre por alguna invitación a algún evento de magna importancia Manongo Sterne en su adultez. El Manongo adulto es muy diferente al Manongo joven. El adulto ha perdido la facilidad para alegrarse que nunca dejó de acompañar a su yo joven sin importar nada, aun cuando lo expulsaron del colegio y lo avergonzaron frente a toda la sociedad y ni aun cuando Tere Mancini lo engañó. Pero sí existió un hecho del cual no pudo recuperarse Manongo Sterne y ese es la pérdida de su mejor amigo, Adán Quispe quien motivado por su habilidad para las peleas decide viajar a Estados Unidos de Norteamérica para encontrar la gloria allí; sin embargo, ya nos advierte Tere que lo único que encontrará Adán en su odisea es el sufrimiento y la desaparición. Manongo nunca deja de buscar a Adán, al único amigo que tuvo durante la época en que los únicos momentos de tranquilidad –ni siquiera de felicidad- los encontraba ingresando al cine cuando ya las luces estaban apagadas para ver “Historia de tres amores”, la película de James Mason y para tratar de absorber un poco de ese amor suicida que la bailarina le brindaba al personaje de Mason.
No me esperes en Abril no es solo una historia sobre el amor de Tere y Manongo (donde, sin embargo, se pueden encontrar las mejores páginas del libro) o sobre la amistad que surge entre Manongo y los del barrio Marconi o luego con los compañeros que encuentra en el colegio Saint Paul. Es una historia sobre el tiempo y como este va afectando cada una de las relaciones que una persona va generando a lo largo de su vida: los amigos del barrio Marconi son reemplazados por los del colegio y a la mitad de la obra ya no oímos mención de los primeros; sin embargo, también se nos muestra que algunas relaciones se mantienen a pesar del tiempo: en el amor por Tere nunca declina por parte de Manongo porque es trascendental, palabra clave que no solo describe el cariño de ambos, sino la concepción misma de la obra y, probablemente, de la vida. Pasan muchas cosas desde que comenzamos a leer la obra, muchas cosas que parecen sumamente importantes para Monongo, pero que con el transcurrir del tiempo –y de las hojas- van perdiendo relevancia (el incidente en el colegio, por ejemplo); y, sin embargo, existen otras que sin importar el paso de las hojas, una vez que ingresan a la obra no pierden relevancia dentro de ella (el amor de Tere y Manongo con sus idas y venidas). En esto reside la importancia de este amor, no tanto en el sentimiento mismo, sino en la trascendencia que tiene en la vida de ambos, más en Manongo porque en él SÍ era además y todavía.


Recomendable: Nadie se arrepentirá de haber terminado de leerlo, aunque probablemente algunos no soporten las primeras hojas por lo que lo recomiendo al lector que ya tenga experiencia con Bryce, probablemente sea mejor comenzar con el Huerto de mi amada o con la última Dándole pena a la tristeza (Un mundo para Julius no lo menciono –aunque ahora lo estoy haciendo-, porque es parada obligatoria para cualquier amante de la lectura). Un dato adicional: es mejor leerlo estando enamorado o estando desilusionado.

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