miércoles, 31 de julio de 2013

Invitaciones Literarias : El proceso - Kafka y una ligera interpretación de la parábola de la Ley

Tiempo de lectura: una semana                    Nota escrita después de un día de terminar el libro

Atravesar por un proceso judicial en el Perú es insufrible para muchas personas. Desde los pésimos establecimientos en los que uno se ve obligado a visitar para hacer los trámites correspondientes, la lentitud de los encargados hasta la inutilidad –sospechosa- de muchos abogados y jueces. Todo esto hace renegar al procesado y a lamentar la suerte de haber tenido que nacer en un país donde el viaje jurídico a la justicia se hace a través de un laberinto. Esta situación lleva a preguntar si es que existe un país con un sistema peor que el nuestro; bueno, pues, para ínfimo consuelo de muchos procesados sí existe uno peor, mucho peor. En realidad no es un país y, probablemente, no sea tampoco real, pero Kafka nos muestra una situación que comparada a la nuestra se ve aún mucho peor. Yo me imagino a un infeliz acusado esperando eternamente que avance una cola inmóvil y  quien por casualidad empieza a leer El proceso. No imagino que poco menos que una sonrisa esboce al leer las torturantes peripecias que tiene que pasar Josef K. para conocer si quiera porque ha sido acusado o al notar que al menos dentro de donde él se encuentra no se respira una aire enrarecido que marea a los condenados visitantes.
La novela inconclusa de Kafka nos presenta una situación surrealista: Josef K. ha sido acusado y su proceso ha comenzado. Una mañana despertará y se verá hacinado en su propio hogar por fuerzas de un desconocido tribunal que le explicarán su situación, aunque sus palabras solo siembran más dudas. ¿Por qué está siendo acusado Josef K.? Él no lo sabe y los miembros del tribunal no se lo dicen quizá para contribuir con el secreto de la misma o quizá porque tampoco lo saben. Ante esta situación comienza la travesía de K para encontrar justicia o, al menos, para salir de la ignorancia. Visita tribunales escondidos en callejones alejados, contrata a abogados que parecen saber menos de la “nueva justicia” que Josef K. y hasta se entrevista con confidentes de los jueces: hace todo esto para salir airoso de su acusación. Sin embargo, la victoria va perdiendo gravedad al transcurrir las hojas y el tiempo de Josef K. Más de un año lleva en la primera instancia de su proceso y además de los problemas que esto acarrea en su vida laboral no ha visto mayores resultados; y lo que es peor, todo el mundo parece saber de la existencia de este tribunal y del proceso de Josef, pero nadie sabe por qué lo están acusando. Nadie lo sabe o nadie lo dice.
La obra nos muestra a una persona exitosa, inteligente y calculadora que parece sobrellevar el proceso, a pesar de las molestias que  esto lleva, de una manera altiva. En uno de los fragmentos del que parece ser el último capítulo Josef K. es arrastrado por dos hombres a través de la noche, lo llevan lejos y aun cuando existe un inminente peligro K no puede dejar de preguntarse si es que alguna vez conocerá los Grandes Tribunales y los Grandes Jueces que los dirigen. No creo que Kafka haya decidido dejar inconclusa esta obra, pero -y debido a como se lleva la obra-, creo que, irónicamente, Kafka sí pensaba en dejar inconcluso el proceso de Josef K.

La parábola de la Ley

Dentro de la obra inconclusa de Kafka, se nos presenta una parábola (visitar la entrada anterior para ver la parábola completa) que a modo de pseudo enseñanza un sacerdote le cuenta a Josef. En ella un campesino se acerca a la Ley que es custodiada por un guardián y el cual le dice que no puedo permitirle la entrada y, además, dentro del cuarto se encuentran otros guardianes similares, uno más terrorífico y poderoso que el anterior. El campesino se cohíbe y no ingresa, quedándose sentado al lado de la puerta durante toda su vida. Los años pasan y cuando el campesino está a punto de fallecer, le pregunta al guardián por qué él ha sido el único en acercarse a buscar la Ley y por qué no se ha acercado nadie más. Viendo que el fin de la vida del campesino está a punto de extinguirse, el guardián le revela que esa puerta estaba hecha solo para él.

La parábola se puede interpretar de muchas maneras, desde el reemplazo de la figura de la Ley por la de la felicidad que nos puede llevar a ver esta parábola como una metáfora de la búsqueda de la misma y donde el guardián son las dificultades que todos debemos enfrentar y superar, ya que de lo contrario nos quedaremos ad portas de la misma y moriremos sin conocerla como le pasó al campesino con la Ley. O, también, se puede ver como los mismos funcionarios de la Ley son los que impiden que este conocimiento llegue a todas las demás personas, porque ni ellos mismos la conocen a plenitud o porque le temen. Y así se pueden apreciar muchas interpretaciones (dentro de la novela, el sacerdote y Josef también discuten acerca del significado de la parábola). Sin embargo, aquí intentaremos darle una interpretación como descripción del mismo proceso de Josef. Recordemos que Josef no conoce cómo funciona la “nueva justicia” que tiene jurisdicción sobre su proceso y que cuando él se acerca a intentar conocerla es rechazado por los mismos funcionarios. Su propio abogado no le explicó en ningún momento de que trataba su proceso o como debía llevarlo, la única información que obtuvo de la “nueva justicia” fue gracias al pintor. Bueno, él mismo Josef podría reemplazar al campesino que prohibido por los guardianes de la ley se ve impedido de llegar a ella, de llegar a conocerla. La personalidad de Josef nos hace pensar que probablemente él no se detenga ante estos impedimentos y los afronte para así conocer la Ley, pero en el fragmento del episodio final se ve que Josef, al igual que el campesino, espera de forma pasiva al fin de su proceso que no llega, sino con su muerte. ¿Por qué se le impide a Josef que llegue a una puerta que estaba destinada para él? Por lo mismo que muchos de nosotros no “atravesamos” lo que sabemos que es para nosotros (si el campesino no sentiría que esa puerta era para él nunca hubiera llegado), por el miedo que tenemos a lo que no conocemos. Probablemente, el guardián y el campesino no sean dos personas diferentes, sino solo dos fracciones diferentes de la personalidad de una misma persona: la curiosidad y el deseo frente al miedo. Lamentablemente, para los sueños de muchos de nosotros el miedo siempre se ve más terrorífico y el sufrimiento siempre es más fácil de imaginar y exagerar que el sentimiento de grandeza. Frente al temor de lo desconocido, nuestra curiosidad y nuestro deseo esperan… y esperan hasta extinguirse. 


Recomendable: Aunque es una novela inconclusa no podemos pensar que esta fuera del nivel del genio ruso kafkiano. Algunos pasajes pueden llegar a ser lentos, pero en general es muy entretenida aunque se necesita extrema concentración para no perder ningún detalle que nos pueda llevar a comprender el proceso. Un dato adicional: Es bueno para un abogado ya que lo hará sentir la frustración de sus representados y la forma en que estos lo ven, de vez en cuando...de vez en cuando.  

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